lunes, 2 de noviembre de 2015

LAS HERIDAS DEL ALMA Y SU PROCESO DE SANACIÓN

LAS HERIDAS DEL ALMA 
Y LA SANACIÓN EMOCIONAL


La pérdida de una mascota es una herida abierta y sangrante, terriblemente dolorosa y a veces difícil de curar. Es una herida emocional que en un principio es desconcertante y confusa. Provoca una sensación de haber sido abandonados en tierras áridas y donde nos podemos encontrar totalmente perdidos. Nos parece imposible de asimilar, aceptar y sobrellevar la ausencia de nuestro amado perro o gato. 

Ante el dolor por la muerte de nuestros queridos amigos de cuatro patas, a veces nos vemos incapaces de asumir el inmenso dolor que supone. Las primeras horas nos decimos a nosotros mismos: "no puedo", "no soy capaz de soportar este dolor", "no voy a poder".  

Sin embargo "el tiempo cura todas las heridas" es un dicho popular que tiene todo su sentido. La naturaleza humana es increíble: nuestro cuerpo y también nuestro corazón y nuestros sentimientos tienen procesos de recuperación que sólo son posibles con ciertos cuidados y algo de tiempo. 

La evolución normal y saludable de una herida es muy similar al proceso de elaboración del duelo. En su Libro El Camino de las Lágrimas, Jorge Bucay nos desvela la enorme correspondencia entre ambas: 


Don't cry to night by Omar Gordillo Soto
"En ese instante ni siquiera hay sangre ; el cuerpo hace una vasoconstricción, achica el calibre de los vasos sanguíneos , inhibe los estímulos nerviosos y establece un período de impasse, un mecanismo de defensa más fugaz cuando mayor sea la herida.
Inmediatamente aparece el dolor agudo, intenso y breve, a veces desmedido, que es la primera respuesta concreta del cuerpo que avisa que algo realmente ha pasado.
Y después, la sangre brota de la herida en proporción al daño de los tejidos (sangrado).
La sangre sigue saliendo hasta que el cuerpo naturalmente detiene la hemorragia. En la herida se produce un tapón de fibrina, plaquetas y glóbulos: el coágulo, que sirve entre otras cosas para que la herida no siga sangrando.
Cuando está el coagulo hecho, empieza la etapa más larga del proceso. El coágulo se retrae, se seca, se arruga, se vuelve duro y se mete para adentro. (retracción del coágulo) El coágulo se transforma en lo que vulgarmente llamamos costra o cascarita.
Pasado un tiempo los tejidos nuevos que se están reconstruyendo desde lo profundo hasta lo superficial (reconstrucción tisular) empujan la costra y la desplazan hacia afuera hasta que se desprende y se cae.
La herida de alguna manera ya no duele, ya no sangra, está curada; pero queda la marca del proceso vivido: la cicatriz."  

 Así la correspondencia sería:
Jorge Bucay.

La muerte de un ser tan especial como nuestra mascota es una herida que llamamos pérdida. Cuanto más grande la herida, más difícil y más tiempo tardará en curar. Pero también hay que tener en cuenta de que para que una herida cure bien, no hay atajos. Si las heridas no se cuidan y se limpian bien, pueden ocasionar infecciones y complicaciones que dificulten su curación. Así como en el proceso evolutivo normal del duelo también existen desviaciones.

En próximos posts hablaremos de las etapas del duelo y sus desviaciones. 




Bucay, Jorge. El Camino de las Lágrimas. Grijalbo, 2010

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