jueves, 26 de mayo de 2016

El Viaje a través del Río de Lágrimas

 El Viaje a través del Río de Lágrimas
LA METÁFORA DEL RÍO

INSTAGRAM: shandandherdogs


A veces cuando nos enfrentamos al duelo de nuestros amados compañeros cuadrúpedos, la perspectiva se nos torna negra e incierta sobretodo por lo desconocido de este proceso. Al ser humano no le gusta hablar de estos temas a pesar de que es algo que ocurre cada día. Miles de ángeles peludos se van y otros miles llegan a este mundo, así es el ciclo de la vida. Pero cuando una pérdida nos toca de cerca, cuando la vivimos en primera persona, ahí experimentamos lo desconcertante, confuso, difícil y terrible que puede llegar a ser esta experiencia. 

Cuando alguien dice "No me imagino por lo que estás pasando", es porque cuesta imaginar el camino de una persona por un sendero que es único y singular a cada doliente. Para aclarar un poco la perspectiva del camino hoy os traemos una explicación muy ilustrativa sobre el duelo, viene en forma de metáfora. Es una historia que nos gustó mucho y que extrajimos de la página de Filmoterapia (al pie del post os dejo el enlace). 


"El duelo es como un río que baja desde las montañas hasta el mar, un río con sus etapas desde su nacimiento hasta su desembocadura, con sus relieves, con sus peculiaridades. Un río muy especial que nos puede ayudar a entender la vivencia del duelo. Lo primero que vemos en este río es que el agua que sale de las montañas necesita tiempo para llegar al mar, es decir, el duelo necesita tiempo, recuperarnos de una perdida no es algo mágico y necesitamos tiempo para sentir dolor y llorar la perdida.
Luego vemos que el duelo tiene una serie de etapas pero igual que un río no va en línea recta, el duelo tampoco, las fases se van superponiendo, retrocediendo en ocasiones pero en definitiva, avanzando con el tiempo. También tenemos que el agua de este río está compuesto por las emociones negativas (tristeza, enfado, culpa, angustia…), emociones fundamentales en el duelo porque nos sirven para recuperarnos y que finalmente desembocarán en el mar, en lo que sería el mar de la aceptación. De alguna manera y siguiendo la metáfora, el agua del río serían las lágrimas que derramamos cuando lloramos por lo perdido, porque llorar sirve de algo en el ser humano, sirve para recuperarnos y aceptar nuestra realidad.
La misión de tanto dolor y emociones negativas es llevarnos por este río hasta acabar en el mar de la aceptación a través de un viaje que no es nada fácil. Es un viaje que puede llegar a ser muy duro, tremendamente doloroso, largo, lleno de violentas corrientes, de curvas imposibles, de zonas demasiado caudalosas y asfixiantes. Y por si fuera poco, en nuestro río particular también muchas veces caen piedras, arboles, ramas que llegan a obstaculizar el paso de las emociones del duelo. Son esos miedos, ideas irracionales, actitudes erróneas o dependencias emocionales que pueden bloquear cualquiera de las etapas provocando lo que se llama un duelo patológico. Pero tenemos que tener muy claro que siempre se llega al mar de la aceptación y allí nos recuperamos definitivamente. Como un viaje a lo desconocido, si creemos y confiamos en que se puede seguir adelante, si pedimos ayuda cuando la necesitamos nuestras posibilidades de avanzar se multiplican.
A lo largo de este recorrido podemos llegar a pensar que el dolor va a ser insoportable y no vamos a poder con él, que la tristeza es algo horrible y que no deberíamos tener ese dolor pero como se dice, el duelo…duele. El dolor y las emociones negativas que conlleva el duelo son aliadas muy sanas de nuestra vida porque gracias a ellas llegaremos a recuperarnos, a aceptar una perdida e incluso a crecer como personas. Otra cosa es el sufrimiento o la depresión, dos ejemplos de cuando el duelo se atasca o se vuelve patológico, es decir, cuando el cauce de nuestro río comienza a encharcarse y las emociones negativas nos desbordan. Entonces aparece el sufrimiento, una consecuencia que paradójicamente nace de es la decisión de no seguir avanzando por este río de dolor. Como dice Bucay: “Sufrir es cronificar el dolor. Es transformar un momento en un estado, es apegarse al recuerdo de lo que lloro, para no dejar de llorarlo, para no olvidarlo, para no renunciar a eso, para no soltarlo aunque el precio sea mi sufrimiento, una misteriosa lealtad con los ausentes.”




lunes, 23 de mayo de 2016

CARTA DE LA SEMANA: Javier y Caos

De cómo tu perro cambió mi (nuestra) vida


Esta es la historia de Javier Ruiz y su perro Caos. La publicó en su blog en enero de 2015 (os dejo el enlace al final del post), pero nosotros la leímos hace poco y como así lo pide Javier en su carta, la compartimos aquí para darle difusión, para que se conozca su historia, para que el espíritu de Caos siga vivo, para denunciar el maltrato animal y el abandono. 


¡Hola! Esto es una carta extraña, pues no sé a quién le escribo. Solo espero que algún día, por suerte o por tenacidad, llegue a la persona que abandonó a Caos: nuestro perro, que antes no fue nuestro, sino de alguien que no lo merecía.
Llegó a finales de junio del 2012, y se fue la víspera del día de Reyes del 2015, de madrugada. Sí, has leído bien: la noche de Reyes del año 2015. Vivió dos años y siete meses más de lo que supongo creías, y yo hubiese empezado a escribir esta carta en el mismo momento en que nos despedimos de él si hubiera podido reunir el valor para sentarme en la mesa de trabajo junto a la que él descansaba varias horas al día.

Caos en terraza (junio, 2012)
Caos descansando en una terraza (junio de 2012).
Si todavía no sabes si fue tu perro, te diré que lo recogimos en la carretera antigua que conecta Corbera de Llobregat con San Andrés de la Barca (la Ctra. de Sant Andreu), a la altura de aquella finca que está tocando con una de las curvas cercanas al Eroski, donde solía haber una luz exterior siempre encendida por la noche. Y si por fin estás leyendo esto, aprovecho para asegurarte que no te guardo rencor —ni tan siquiera él lo hacía, creo—, solo quiero (queremos) hablar contigo un minuto. Quiero que me escuches, a mí, que tengo la capacidad de llamar tu atención, a diferencia de aquel que fue tu perro una vez, pero no más.
Lo sé. Sé desde el principio que vas a sacar el tema. Era un perro viejo. Lo vimos tras el frenazo en el camino que te comentaba en el párrafo anterior. No obstante, ni yo ni mi pareja pudimos subir al coche sin él; aquel jueves solo queríamos sacarlo de la carretera y darle un sitio donde pasar la noche, aunque a mí me rehuía. Rehuía a todos los hombres, y lo siguió haciendo durante semanas.
También te diré que al día siguiente no fui a trabajar, sino a dos o tres veterinarios, y no te voy a engañar. El primero nos dijo que lo mejor era sacrificarlo. El segundo, no. Pero ten por seguro que hubiésemos seguido buscando hasta encontrar a aquel que quería luchar por darle una vida mejor.
Ese mismo día se le diagnosticó la hernia de disco que tenía en la espalda y una artrosis de tipo dos muy avanzada. Como sabes, eso hacía que caminase como las muñecas de Famosa, o como un muñeco de Playmobil, pues presionaba la médula constantemente; si te preocupaste alguna vez, mínimamente, seguro que lo recuerdas. Debes saber que le ayudamos a fortalecer las articulaciones con ejercicios, paseos, medicación (Previcox y Gabapentina) y visitas a la playa, buscando esa calidad de vida que creemos nunca había tenido. La herida de la trufa, aquella que nunca se cerraba, nos dijeron que no era leishmaniosis; y la oreja caída intuimos que fue de una infección que se extendió hasta romper el cartílago.Caos en Caimari (Mallorca, Islas Baleares).Era un perro viejo, pero también era un perro bueno, ¿lo sabes? Le gustaban mucho los niños pequeños, pero no comprendemos por qué; y los quesitos. Y sobre todo era fuerte. Tras toda una vida de descuidos, se recuperó. Le cuidamos, y casi corría… Casi. Como te imaginarás, nunca volvió a correr, si es que dejaste que lo hiciera vez alguna. Pero paseaba con nosotros, y no hacía falta que se apresurase, ni suelto ni atado, pues no nos alejábamos nunca demasiado de él.
Al cabo de unos meses nos daba besos, y nos perseguía por la casa, y formaba parte de nuestra familia; y sé que le cuidamos el cuerpo, como se pudo, pero sobre todo le sanamos el alma. De eso sí estoy seguro.
Era alegre, fuerte, cabezón, sociable, cariñoso y muy bueno. Era todo eso, y más. Demostró valentía, fuerza, energía, ganas de vivir y mucho amor por todos nosotros, cuando por fin se le permitió. Al principio, tenía pesadillas cada noche, cada vez que cerraba los ojos, y se escapaba cuando por un casual veía que me quitaba el cinturón, o me acercaba a él con una escoba entre las manos, o escuchaba un ruido fuerte. Pero demostró que quería vivir; que quería vivir mucho más. Y viajó con nosotros por toda Cataluña y Mallorca; a su ritmo, claro.Caos en la playa (Cala Blava, Mallorca) en julio de 2012.
Ahora te pregunto a ti, a quien dejaste abandonado a Caos: ¿por qué lo hiciste?, ¿qué vida tenía mi perro? Y gracias. Gracias por dejar que nos permitiese cuidarlo y nos devolviese mucho más de aquello que alguna vez llegamos a darle. Quiero que sepas que era tan fuerte, que cuando tuvo que marcharse, hubiera querido seguir peleando por estar con nosotros; al final, se dejó ir. Y nosotros dos lloramos junto a él, durante horas. Si alguna vez lees esto, dime: ¿quién crees que llorará por ti? ¿Quién llorará por aquel que dejó solo, herido y en la oscuridad a un alma mucho más noble que la suya propia?
Si quieres puedes llamarme, escribirme, hablarme sobre la otra vida de mi perro, y recordar que todo aquello que tú no hiciste por él, lo hicimos nosotros. Y volveríamos a hacerlo, toda la vida, todas las vidas; porque no era a él a quien salvábamos, nos salvábamos a nosotros. Y si tú, o alguien de los tuyos lee esto, me gustaría que al menos lo supiese, que pensase en ello por un instante.

Caos y Teo en la casa de Barcelona (abril de 2014).
Caos y Teo en la casa de Barcelona (abril de 2014).
¿Podrías decirnos cómo se llamaba antes?, ¿por qué no hubo sitio para él?, ¿por qué le abandonasteis? No te hablo desde el rencor; simplemente no lo entiendo. Y él tampoco lo hacía. Ahora está muerto, y puedes creer que poco importa (tienes razón); porque no importa cómo murió (lo hizo muy bien), solo cómo vivió; eso sí, su otra vida; su segunda vida.
Y a vosotros, a todos aquellos que estéis leyendo esto —seáis pocos o seáis muchos, pero no seáis él o ella—, dejadme ser un poco egoísta. Ya sé que no tengo derecho, pues todos los días mueren cientos de miles de animales y personas a lo largo y ancho del mundo; pero dejadme pedir dos cosas, por mí y por Caos, ya que estos Reyes no han sido especialmente buenos con nosotros.Uno, compartid esto, por favor. Haced que se mueva como testigo vivo de mi (nuestro) perro y que tenga la oportunidad de llegar al verdadero lector de este mensajedos, hagamos que Caos, ese perro que tenía la columna y el morro destrozados a golpes, o a malos tratos, y que fue abandonado con aquel mosquetón enorme y oxidado que, con una cadena en su extremo, le había privado de caminar, de correr e incluso de ser, siga vivo;luchemos de verdad contra el maltrato animal y contra el abandono; luchemos por una ley que proteja a los animales y que favorezca las adopciones; y sobre todo luchemos por castigos reales contra los maltratadores, por un modo de consumo sostenible, por ser más naturales, por ser más personas, por aprender de ellos y para ellos; por ser mejores.
Caos, te queremos. Y ni Argos, ni Dana, ni los gatos duermen en el colchón todavía. Solo lo miran vacío, mientras tú ya descansas para siempre en nuestros corazones.
Caos y Dana en Barcelona (diciembre de 2014).
Dana durmiendo encima de Caos (diciembre de 2014).


viernes, 13 de mayo de 2016

ETAPAS DEL DUELO ( I ) NEGACIÓN O INCREDULIDAD

ETAPAS DEL DUELO ( I )

NEGACIÓN O INCREDULIDAD


La negación - aunque pueda parecerlo - no es un estado mental insano, sino una respuesta normal y saludable dentro del proceso de duelo.
¿Qué es?

FASE DE LA INCREDULIDAD: momento de shock que produce la noticia de la muerte. La sorpresa y el impacto de la noticia un llevan a un estado de confusión. La persona se encuentra aturdida, entumecida por el shock, incapaz de comprender el significado de su pérdida. 
Para muchos la muerte, el más allá y lo que sigue a continuación es un completo misterio, casi algo irreal, algo desconocido y que genera confusión. Es por eso que el doliente niegue lo ocurrido e incluso demande ver con sus propios ojos el cuerpo sin vida su amigo ausente. 

No será extraño oírles decir: 

- No es posible
- No puede ser
- No ha podido ocurrir
- Estaba bien la última vez que le vi

A pesar que tienen conocimiento de que su mascota se ha ido, el estado de incredulidad les permite hacer gestiones que de otro modo no podrían hacer porque estarían inmovilizados por la pena. Aunque poseen la información, no la han procesado aún. No les ha calado.

Relación proporcional directa

Digamos que ante una noticia de tanta importancia y tan devastadora, el cerebro entra en modo supervivencia para protegernos de un dolor que no somos capaces de asimilar. 

Es tanta la implicación emocional que conlleva una pérdida que la mente acciona una válvula de contención y la fase de negación actúa como una píldora de liberación retardada de la información para que el cuerpo pueda absorberla lentamente y con mayor facilidad. Esta píldora pretende ayudar a amortiguar o a dosificar los sentimientos derivados de la pérdida.

Cuanto más imprevista, inesperada y trágica sea la muerte, la confusión será más profunda y más tiempo nos llevará superarla.

La negación es incluso más difícil en el caso de las pérdidas traumáticas, por accidente por ejemplo. Que nuestra mascota estuviera bien hace un par de horas y que de repente ya no esté con nosotros es algo que nos costará aceptar.

En casos de desaparición, en el que las mascotas se pierden y no las volvemos a encontrar, el hecho de no tenemos certeza de qué ha sido de ella y sin confirmación ni pruebas de su estado puede hacer el trance más largo. Si la búsqueda no ha dado sus frutos, pueden pasar años sin tener noticias suyas y será una etapa muy difícil de cerrar. Te resultará imposible aceptar que no volverás a verlo y te aferrarás a la mínima esperanza de que al menos lo haya encontrado otra familia y esté bien.


Propósito de Esta Fase

¿No os ha pasado alguna vez haberos dado un golpe o una herida sin daros cuenta? En un principio no hay dolor, no nos damos cuenta. No es hasta pasados unos pocos segundos cuando nos invade el verdadero dolor. Es decir, acabamos pasando inevitablemente por un dolor agudo y terrible.

En el cuerpo funciona así:

"La vasoconstricción, achica el calibre de los vasos sanguíneos , inhibe los estímulos nerviosos y establece un período de impasse, un mecanismo de defensa más fugaz cuando mayor sea la herida"·



Bien, pues la psiquis funciona más o menos de la misma manera:

El cerebro a través de un mecanismo psicológico de protección, bloquea la realidad para no encarar y asimilar inmediatamente la pérdida y sus implicaciones. La psiquis se protege hasta evaluar, por si acaso fue un error, por si acaso ha entendido mal, se protege desconfiando de la realidad, entrando en una confusión para permitirnos distanciarnos de la realidad.





Estos dos procesos, el del cuerpo y el de la mente son mecanismos de defensa que tenemos los seres humanos para protegernos ante lo terrible y que nos resulta difícil de aceptar.

Desde un punto de vista científico

Científicamente, el duelo es un proceso muy desconocido. Tiene sede en una estructura cerebral, el núcleo accumbens, responsable de nuestras formas de reaccionar ante la separación radical, arraigadas en el cerebro primitivo desde hace millones de años.

Este núcleo accumbens actúa a modo de interruptor cognitivo, sentimental y emocional para desencadenar una serie de comportamientos.
"Las neuronas sensitivas que recogen el estímulo doloroso, llegan hasta la médula espinal a través del nervio y allí hacen sinapsis con otras neuronas ascendentes que llevarán la información hasta la corteza cerebral, donde el dolor se hace consciente. Sin embargo existen dos mecanismos principales de transmisión sináptica que constituyen las fuerzas que rigen en los circuitos neuronales:

  • transmisión excitadora: aquella que incrementa la posibilidad de producir un potencial de acción;
  • transmisión inhibidora: aquella que reduce la posibilidad de producir un potencial de acción"



Los receptores de dolor y su recorrido nervioso difieren según las distintas partes del cuerpo. Es por eso por lo que varía la sensación de dolor con el tipo y localización del daño. Por ejemplo, los receptores de la piel son muy numerosos y son capaces de transmitir información muy precisa, como la localización del daño y si el dolor era agudo o intenso (como una herida por arma blanca) o sordo y leve (presión, calor o frío). 

En el caso de las heridas emocionales el cerebro no puede identificar el origen exacto del dolor y es probable que se note en un área generalizada del cuerpo.

Duración

Esta fase, como todas las demás tiene una duración indeterminada. Puede durar horas o días. 

El duelo es un camino que hay que transitar. Hay que pasar por todas las etapas. Pero va a llegar un punto en nuestro viaje donde el camino se divida entre aceptar la realidad o continuar hacia la negación permanente. En un vano intento por evitar el dolor y la pena, podemos resistirnos a seguir adelante. Si la persona sigue negando la pérdida, se puede quedar estancada en esta fase. 


Pero la negación no resuelve la pérdida; sólo la retrasa, la posterga. La pérdida sigue ahí. Tarde o temprano tendremos que volver a conectar con la realidad de la ausencia de nuestra querida mascota. Tarde o temprano tendremos que enfrentarnos a la siguiente etapa del camino.